Los males que nos aquejan hoy no son exclusivos de esta época. Enfermedades por hacinamiento de personas, malas posturas de labradores y artesanos; el estrés de una guerra, o mala cosecha, la angustia de una pérdida familiar, o un desamor, ya eran males comunes antes de nuestra era, y en todas las latitudes.
Todas las culturas buscaron soluciones para estos problemas, con resultados variados, pero más tarde o más temprano, llegamos a la misma conclusión.
El cuerpo humano no es solo músculos, huesos y órganos. Hay también lo que podríamos llamar un “sistema” energético, y por él circula lo que conocemos como Bioenergía. Todos ellos junto al pensamiento conforman al ser humano. El cual en este sentido se comporta como una “unidad” donde “el cuerpo y la mente” están directamente relacionados, influenciando uno al otro recíprocamente.
En oriente desde hace siglos se desarrolla un conocimiento “empírico” sobre este tema, pero no por ello menos aplicable, de hecho, sus técnicas son muy efectivas y lo comprueba que hoy se siguen utilizando dentro de la Medicina Tradicional China (MTC). Su existencia se conoce hace miles de años, pero recién con las nuevas tecnologías se pudo comprobar científicamente. La aplicación más conocida y seguramente que despertó mayor interés es la acupuntura, que aprovecha los canales por donde fluye mejor la energía para su aplicación en medicina. También este conocimiento lo utilizaron para desarrollar una combinación de movimientos, respiración y pensamiento. Ejercicios como los de “Tǔ Nà”, Qi Gong, estiramiento y relajación son algunos ejemplos. Este ”saber oriental” comienza a combinarse con las “nuevas” teorías y tecnologías occidentales, dando grandes resultados en el conocimiento en cómo funciona el cuerpo humano.
Qi Gong (chi kung) es el nombre chino de los ejercicios que
de manera consciente manejan y dirigen la bioenergía.
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